HAGAMOS EL BIEN AUNQUE NOS DEN INGRATITUD

“HAS  EL BIEN Y TE PAGARÁN CON EL MAL”  Algunas veces esta expresión ha tenido su cumplimiento en nuestra vida personal, cuando en un acto de generosidad, amor y solidaridad hemos ayudado a alguien que hemos visto pasar una gran necesidad económica o problemas de otra índole, y cuando esperábamos recibir con el transcurrir del tiempo una actitud de agradecimiento y amigabilidad en forma inexplicable se nos ha tratado con el desprecio de la ingratitud y en casos extremos hasta con el odio mismo.

¿A qué se debe que esta actitud indeseable se manifieste en algunas personas, cuando deberían ser agradecidas? La razón quizás esté en que no han tenido una buena formación moral y creen equivocadamente que toda otra persona está obligada a socorrerlas o ayudarlas con sus problemas y desgracias.

Como ejemplo y para comprender este desamor recordemos al pueblo de Israel cuando vivió una cruel esclavitud en Egipto donde el tirano Faraón los obligaba a trabajar despiadadamente de sol a sol y miles de ellos morían por la fatiga y el hambre, y compadeciéndose Dios de ellos los libertó por medio de  Moisés. ¿Pero qué pasó después? Los israelitas se rebelaron y en una clara muestra de ingratitud querían regresar a su anterior estado de ignominia o despreciable servidumbre para comer ajos, berros y cebollas en lugar del maná o pan divino, con ello pagaron con un mal por el bien que les hizo Dios.

¿Acaso esto no es similar en la actitud de muchas personas? ¿Cuántos se acordarán de que en las peores condiciones de gran necesidad recibieron ayuda oportuna para salvar su desesperante situación?  Creo que no lo recuerdan, y peor de las personas amigas o solidarias que les mostraron su generosidad  al atender sus clamores y llantos desesperados cuando estaban angustiados por sus problemas. Bueno eso parece ser la actitud desconsiderada en esa clase de personas en este mundo que cada vez pierde la noción de lo que realmente es tener el sentido de la moral para ser agradecidos con quienes les hacen un bien y al contrario les pagan con el mal de la ingratitud.

Pero no obstante tenemos que ser tolerantes y saber perdonar esas acciones equivocadas y continuar con seguir siendo generosos, altruistas y solidarios, porque la mayor gratificación ante la ingratitud es saber que hay más felicidad en dar que en recibir, como se expresa sabiamente en la Biblia.